El sentido del humor es tan necesario en la vida familiar como el afecto, la disciplina, la educación o los valores. Las relaciones entre padres e hijos que se divierten y se ríen juntos son más sanas, menos tensas, más estrechas y duraderas que las de aquellos que están siempre serios.
El poder de la risa
La risa es un poderoso mecanismo de defensa, una eficaz herramienta para enfrentar los conflictos y superar la adversidad. Cada vez que una persona ríe, se movilizan más de 400 músculos en todo el cuerpo, aumenta la frecuencia cardiaca, se duplica la actividad pulmonar mejorando el sistema de oxigenación, se activa el trabajo metabólico y el organismo libera gran cantidad de adrenalina y endorfinas, hormonas naturales que funcionan como analgésicos y tranquilizantes. Como consecuencia, se reduce el estado de estrés, se descargan emociones y se mejora el ánimo. El buen humor y el optimismo se asocian a un sistema inmune fuerte y a la salud mental.
Algunos especialistas sostienen que el poder de la risa es tal, que incluso podría ser un factor protector de enfermedades. Las personas que ríen poco o carecen de sentido del humor son más propensas a padecer enfermedades graves.
En cada etapa, un tipo de humor diferente
El humor va desarrollándose a lo largo de la infancia. Según los expertos, la risa y el humor aparecen muy temprano en el desarrollo. Los lactantes aprenden a sonreír por imitación, es decir, sonríen en la medida en que las personas que les rodean les sonríen y se ríen con ellos. Luego, aprenden a reír a carcajadas y a medida que crecen, comienzan a encontrar divertidas ciertas cosas, y se ríen de ellas.
Sin embargo, los especialistas sostienen que el verdadero sentido del humor aparece a los dos años de vida, cuando el niño comprende que ha sucedido algo inesperado e inusual. Por ejemplo, a esta edad, el niño es capaz de reírse si ve a su papá haciendo morisquetas o colocándose un pañal en la cabeza.
Por su parte, el humor verbal aparece más tarde, como a los tres años, cuando el niño juega con las palabras: inventa, repite y esto puede causarle mucha risa. Pero para que el niño realmente disfrute situaciones de humor, éstas deben realizarse en un ambiente de confianza. Si el pequeño siente la amenaza de un extraño, el temor puede apoderarse de él y en vez de la risa, aparece el llanto.
A los preescolares les produce mucha gracia cuando algo no cuadra en el contexto, como por ejemplo, el dibujo de un auto con ruedas cuadradas. Dibujos y sonidos incongruentes son divertidos para los niños de esta edad.
Los especialistas recomiendan desarrollar el humor en cada una de las etapas de los niños, para asegurar que cuando grandes sigan haciéndolo. Así también, estarán desarrollando en los hijos la capacidad de disfrutar de los pequeños detalles.
El ejemplo de la familia
Los niños aprenden a través del ejemplo, por lo tanto, es fundamental la actitud de la familia. Si los padres son optimistas y alegres, lo más probable es que los hijos lo sean también. Incentivar el buen sentido del humor en los niños empieza con la propia actitud de los padres. Es importante no decir frases como “ojalá pase luego este mal día”, o “me levanté con el pie izquierdo”. Asimismo, es conveniente no llegar malhumorado del trabajo, no estar serio la mayor parte del tiempo y no reír sólo con una película cómica o con un chiste. Recuerde que el sólo gesto de sonreír ayuda a encontrar la esperanza en momentos difíciles, distensiona ambientes poco amigables y facilita el acercamiento entre las personas.
Cada persona tiene su particular sentido del humor, que debe tratar de encontrar, incentivar, compartir y festejar. Lo importante es comprender que más allá de un juego, la risa y el buen humor pueden proteger a los niños y hacerlos más felices ahora y en el futuro.
Es importante enseñarles, también, que la risa debe darse en una actitud de respeto y generosidad, no como una forma de burla de las debilidades ajenas.
Importancia del humor en los niños
Los niños que tienen desarrollado el sentido del humor son más felices y optimistas, tienen una autoestima más desarrollada y pueden manejar mejor los conflictos. Los niños con sentido del humor son más queridos por sus pares, tienen muchos amigos porque tienden a crear un ambiente positivo y cordial a su alrededor. Además, tienen menos posibilidades de sufrir depresiones e incluso, tienen más resistencia frente a las enfermedades u otros problemas físicos. Experimentan menos estrés porque tienen más capacidad para poner los problemas en perspectiva y afrontar las situaciones difíciles.
¿Cómo educar el humor en los hijos?
– Lo primero de todo, empezar con nuestra propia actitud, siendo optimistas ante los problemas, riéndonos de nuestros propios errores y limitaciones, viendo el lado positivo y divertido de los pequeños contratiempos.
– Reservar un tiempo para el juego en familia, para compartir experiencias placenteras y momentos de diversión con los niños. Si no puede ser todos los días, por lo menos los fines de semana.
– Hacer bromas en cualquier momento, especialmente para rebajar situaciones de tensión, pero no a costa de reírse del niño, a no ser que estemos seguros de que va a aceptarlo bien.
– Jugar al aire libre, en contacto con la naturaleza.
– Vernos “hacer el ridículo” les divertirá enormemente.
– Reforzar los momentos en que los niños expresan alegría y están de buen humor.
– En definitiva, estimular la capacidad de gozar y disfrutar la vida.
Juegos y actividades que ayudan a desarrollar el humor en la familia
– Guerras de cosquillas.
– Batallas de almohadones.
– Jugar al escondite dentro de casa.
– Hacer ejercicio físico juntos.
– Esperar a papá o a mamá escondidos en la casa y darle un susto.
– Ver juntos películas de risa.
– Hacer comentarios divertidos manteniendo nuestra expresión seria.
– Salir a pasear y a jugar.
– Contar chistes.
– Hacer preguntas aparentemente absurdas, como, ¿alguien quiere un helado de anchoas?
– Vestirnos intencionadamente con una prenda al revés o con dos zapatos distintos.
– Leer cómics divertidos.
– Contar anécdotas de nuestra infancia.
– Recordar las cosas divertidas que nuestros hijos hacían cuando eran bebés.
– Organizar fiestas de disfraces o disfrazarse para bajar a cenar en familia.
– Hacer muecas destacando los rasgos de cada uno: lo más lindo, lo más feo.
– Explotar una habilidad en particular como mover las orejas o hablar al revés.
– Sacar fotos sorpresa.
– Hacer acertijos.