Debemos estar alerta a los juguetes que se compran a los pequeños.
Jugar es importante porque educa, socializa, transmite ideas, creencias, cultura y configura los esquemas sociales presentes y futuros en la mente del niño y la niña. Ofrece modelos de actuación ante varias situaciones de la vida hasta la construcción de su identidad y personalidad. Por eso es tan importante dejar que nuestros hijos e hijas elijan con qué quieren jugar, sin limitar sus opciones.
¿Por qué el juego es tan importante?
Aunque parezca extraño, un niño o una niña de tres a cuatro años ya tiene claro cuál es su identidad sexual y se va a comportar en base a lo que aprenda de lo que es ser un chico o una chica.
Por regla general, este tipo de aprendizaje está cargado de estereotipos sexistas que limitan lo que a un niño o una niña le puede gustar o cómo puede actuar. Es por esto que el juego es tan importante. Como padres y madres, tenemos la obligación de que nuestros hijos e hijas se sientan libres de jugar cómo y con el objeto que prefieran.
¿Cómo se perpetúan los estereotipos y roles de género a través del juego?
Las personas adultas somos las que ponemos género a los juguetes y hacemos que elijan unos u otros en función de lo que creemos que más les van a gustar o que más en concordancia estarán con su género.
En este sentido, se potencia que los niños sean más agresivos, dominantes o tengan mejor actitud para la ciencia o las matemáticas. Por el otro lado, este patrón hace que las niñas tiendan a ser más sensibles y tiernas, escojan trabajos de cuidado, sean más miedosas y pasivas.
Cómo evitarlo
Si lo que queremos como padres y madres es evitar que estos roles sexistas se sigan perpetuando, debemos estar alerta a los juguetes que se compran a los pequeños. Debemos recabar información sobre ese juguete e informar a familiares y amistades de nuestra decisión. Este es un buen primer paso para comenzar con nuestra tarea coeducativa. Para ello es importante tener en cuenta:
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Si el juguete en cuestión arrastra estereotipos tradicionales es mejor que lo descartemos.
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Olvidémonos de pensar en rosa y azul. Hay una paleta inmensa de colores que no tienen esa carga de género y de la que igualmente podemos disfrutar.
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Ofrecer otras opciones como juguetes unisex y cooperativos que no fomenten la diferenciación ni la violencia.
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Cuanta más diversidad y riqueza haya en casa, más oportunidades de aprendizaje estamos proporcionando a nuestros pequeños.
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Promover tanto el ejercicio físico como el trabajo manual.
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Fomentar el acceso a niños y a niñas a los juegos que tradicionalmente han estado asignados al otro género.
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Elegir juegos con un envoltorio neutral, sin colores sexistas y, si aparecen personas, que sean de ambos géneros.